La otra ruta migratoria


 

 

México, DF, (Cimacnoticias).- Tras haber padecido discriminación, exclusión social y hasta violencia, las mujeres migrantes también son ejemplo de superación.

 

Ya sea que provengan de otros países y se establezcan en México o que sean connacionales que decidieron regresar a su lugar de origen, muchas de estas mujeres emprenden negocios en la rama de servicios profesionales, comercio o servicios alimentarios. 

 

La guatemalteca Yolanda Elvira Laira Juárez es dueña de “El Rincón Latino”, un restaurante ubicado en la delegación Iztapalapa, en el Distrito Federal.  

 

Ella es una de las 95 mil 353 personas extranjeras que viven en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México, de acuerdo con datos del Censo de Población y Vivienda 2010 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). 

 

El padre de Yolanda fue asesinado durante la dictadura militar de Efraín Ríos Montt. Su madre, con sus cuatro hijas, y sus tíos huyeron de Guatemala en 1982 y llegaron a México sin documentos de estancia legal. Yolanda tenía apenas 3 años de edad.

 

Después de cinco años de vivir en distintos lugares de la República Mexicana para evitar la deportación, ella y su familia fueron reconocidas como refugiadas por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

 

Al llegar a México la familia de Yolanda formó la “Cooperativa Nuestro Pueblo Quetzal” para la venta de artesanías y tejidos hechos con técnicas guatemaltecas. 

 

Pese a estar orgullosa de sus raíces indígenas, Yolanda tuvo que dejar de vestir sus trajes típicos por ser discriminada en la escuela. Hasta la fecha no suele mencionar que es guatemalteca.

 

Ahora de 34 años, la mujer recuerda que para ella y sus hermanas no fue fácil ser inmigrantes en un país donde las comunidades hondureñas, salvadoreñas y guatemaltecas son las más vulnerables, según el “Diagnóstico de presencia e inclusión de comunidades y grupos huéspedes y sus familias en la Ciudad de México para apoyar el sustento y evaluación de políticas públicas”, elaborado por el Instituto de Estadística y Divulgación sobre Migración (Inedim).

 

Con todo, Yolanda logró vencer las adversidades del desplazamiento forzado y es la primera de su familia en emprender un negocio formal. 

 

Desde hace tres meses vio la luz el proyecto de un restaurante que invita a las y los comensales a conocer la cultura de distintos países de América Latina y Centroamérica a través de la gastronomía. 

 

“El Rincón Latino”, impulsado por Yolanda junto con sus socias peruana y chilena y un salvadoreño, busca no sólo ofrecer comida latinoamericana, sino ser un espacio cultural y de intercambio para grupos de otros países, comenta la migrante.

 

El restaurante, con sus paredes moradas y ponchos peruanos que las adornan, es parte de la estadística en la que el 12 por ciento de las y los extranjeros en la Ciudad de México son dueños de empresas o empleadores, de acuerdo con el informe de Inedim, con información de la Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidades (Sederec). 

 

“Aquí queremos generar más empleo y dar pláticas sobre la cosmovisión maya, además de servir comida típica como el pulik –especie de mole guatemalteco–, porque creo que todo se complementa”, abunda Yolanda, quien a 31 años de residir en México aún añora su natal Guatemala. 

 

 
EMPRESARIAS DE RETORNO

“Nunca dejé de extrañar México y a mi familia”, dice por separado  Dulce Correa Brito, quien vivió cuatro años en Estados Unidos y decidió regresar al DF para estudiar Derecho. Hoy dirige la consultoría “Management and Translations Aleido S.C.” junto con su hermana mayor. 

 

Dulce, al igual que 284 mil 834 personas que regresaron a México en el año 2000, según el Censo de Población 2010, forma parte de las y los migrantes de retorno, es decir aquellas personas que emigran del país y regresan después de algunos años para reestablecerse en su lugar de origen. 

 

En 2000, las y los migrantes de regreso en el DF representaron el 0.3 por ciento del total de personas que volvieron de EU, pero para 2010 la cifra ya alcanzaba el 0.8 por ciento, reporta el Consejo Nacional de Población (Conapo).

 

Muchas de las mujeres migrantes que regresan al DF fueron deportadas, pero aquellas que eligen volver generalmente son las que se fueron de México para estudiar en otro país y regresar a aplicar lo aprendido durante su tiempo como inmigrante, explica Liliana Oviedo, directora del Centro de Educación para el Desarrollo Social (Cedes).  

 

Dulce fue enviada por sus padres a EU con una tía para estudiar la preparatoria porque en México no calificó para las escuelas públicas. Al regresar estudió leyes y al finalizar le fue difícil encontrar trabajo por estar “sobre calificada” debido a su dominio del inglés. 

 

Tras año y medio de desempleo, Dulce decidió usar la “visión distinta e innovadora” adquirida en el país vecino para explotar su habilidad con el idioma inglés, e iniciar en la delegación Magdalena Contreras un negocio de traducciones, acompañado de gestoría de trámites legales para empresas.

 

Para Dulce, de 33 años, y su hermana Areli, de 40, su negocio abierto desde hace un año representa, además del sustento de su familia, la generación de empleos a “conocidos y gente de confianza”. 

 

Yolanda y Dulce son mujeres emprendedoras en la Ciudad de México que buscan su crecimiento personal y profesional, y aunque sólo las une el hecho de ser o haber sido migrantes, ambas desean, desde un restaurante o con una consultoría, trabajar por sus países de origen y por su gente.

 

Sus historias, como las de miles de mujeres que viven en situación de migración, son un reflejo de la nueva integración social a la que se enfrentan todos los países del mundo.

 

 

Claudia Ocaranza Abascal /ExtraOficial