Lydia Cacho Plan b* por Lydia Cacho
Recientemente nos hemos enterado de que la NSA (Agencia Nacional de Seguridad, por sus siglas en inglés) está recopilando el contenido de mensajes correos y llamadas de millones de personas.
Nos han dicho que esa medida es parte del programa contra el terrorismo que lleva a cabo esa agencia equivalente al Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) mexicano.
Sin embargo lo que no nos han dicho es lo que más debe preocuparnos. Porque aunque usted y yo no estemos en la lista de potenciales peligros terroristas hay una alta probabilidad de que todas nuestras comunicaciones estén intervenidas y mientras mando esta columna la primicia de mi texto la tengan los espías del Estado, tanto mexicano como norteamericano.
El pasado 6 de junio dos periódicos, The Guardian y The Washington Post, revelaron que la NSA ha estado recolectando información de las siete empresas más importantes de internet.
El programa tecnológico llamado PRISMA ha recolectado correos electrónicos, chats, video-llamadas por Skype, artículos, textos y PDF enviados por mensajería que ingenuamente muchos creen se encuentran en redes protegidas. Y no es solamente en Estados Unidos, sino en diversos países.
Las revelaciones fueron involuntariamente admitidas por el gobierno norteamericano al asegurar que lo publicado en los diarios es parte de documentos secretos y que se ha puesto en riesgo la lucha contra el terrorismo.
Desde que el Congreso norteamericano aprobó el 702 (Foreign Inteligence Surveillance Act) NSA no necesita tener orden judicial para intervenir los servidores de internet.
Aunque Microsoft nos diga en sus anuncios que “nuestra seguridad es su prioridad” lo cierto, asegura el documento oficial, es que desde 2007 Microsoft ha abierto las puertas al centro de espionaje para que intervenga nuestras comunicaciones.
Yahoo dio el sí en 2008, Google, Facebook y PalTalk en 2009 y Youtube en 2010. ¿Qué empresa no le diría que sí al gobierno norteamericano si su argumento central es la lucha antiterrorista?
Pues eso mismo pensaron en 2011 Skype y AOL. En 2012 les siguió Apple que vendía “comunicaciones seguras” a sus compradores. Olvídese de eso, la privacidad en internet es cosa del pasado.
A pesar de que empresas como Google han negado que PRISMA se conecte a ellos como una especie de aspiradora de datos, cuyo sofisticado sistema de algoritmos guarda o desecha información privada.
Pero Erick Schmidt, el CEO de Google, es el asesor principal en asuntos tecnológicos para el presidente Barack Obama. Si no puedes espiarlos, dicen por allí, contrátalos para que se entreguen convencidos de ser parte de una cruzada moral antiterrorista.
En una especie de acto de desesperación, el general James Clapper, director de Inteligencia Nacional, aseguró que “PRISMA fue creado para facilitar la adquisición de (material de) Inteligencia extranjera, de personas no norteamericanas localizadas fuera del territorio de Estados Unidos de Norteamérica”.
Para tranquilizar a la sociedad de su país declaró que “no está diseñado para intervenir intencionalmente a ciudadanos norteamericanos, ni a nadie que se localice en nuestro territorio. PRISMA no colecta información, simplemente guarda aquella que coincide con los criterios (palabras, frases, nombres) que buscamos”.
En su intento por protegerse de una rebelión de la ciudadanía norteamericana, el general admitió el espionaje sin fronteras. Sus declaraciones resultan ofensivas para las organizaciones de defensa de la libertad de expresión y la democracia, porque sin derecho a la privacidad, la sociedad queda sometida a un Estado policiaco que rompe las reglas de la democracia moderna.
Tenemos dos ejemplo claros: los operativos de la NSA para infiltrar el movimiento Ocupa de Estados Unidos, y la más que demostrada infiltración del YoSoy132 en México por parte de una agente del Cisen, que a su vez es operador del PRI.
Los escépticos dirán que desde hace tiempo los gobiernos locales nos espían, particularmente a periodistas y políticas o políticos; su excusa es la seguridad pero su verdadero móvil es el control de la información y la prevención del disenso.
Y es allí donde tanto la sociedad norteamericana como la mexicana se ven urgidas a defender el derecho a la privacidad en las comunicaciones.
Porque si permitimos que los gobiernos usen el argumento de que toda persona es potencialmente peligrosa para el país, admitimos que la democracia transitó a un Estado policiaco que pretende silenciar, acallar, monitorear y controlar a toda persona que sea crítica del sistema, de la opacidad, de la corrupción o el genocidio.
En su desesperación, los gobiernos de diversos países intentan arrebatarnos la democratización de las comunicaciones cibernéticas y utilizan todos los medios, legales e ilegales, para hacerlo.
Twitter: @lydiacachosi
*Plan b es una columna publicada lunes y jueves en CIMAC, El Universal y varios diarios de México. Su nombre se inspira en la creencia de que siempre hay otra manera de ver las cosas y otros temas que muy probablemente el discurso tradicional, o el Plan A, no cubrirá.