Un ex sicario del Cártel Jalisco Nueva Generación reveló que quienes los entrenaban eran expertos en tácticas militares contratados por El Mencho.
Francisco fue una de las 19 personas que el Cártel Jalisco Nueva Generación adiestro para ser sicario y narra que a medida que avanzaban en los entrenamientos, las pruebas se hacían cada vez más insoportables dentro del campamento mexicano ubicado en Talpa de Allende, Jalisco.
Telemundo publicó una entrevista con un ex sicario del Cártel Jalisco Nueva Generación en la que cuenta cómo fue ser un asesino para este grupo criminal. Ésta es la segunda parte.
Un día, el jefe de plaza ordenó traer unos pollos asados: «Hoy vamos a empezar una prueba de todo lo que han aprendido. Serénense, por favor. No quiero matar a nadie», le dijo un jefe de plaza.
Era mediodía, el Sol caía a plomo y los obligaron a ponerse dos chamarras gruesas y a sostener el cuerno de chivo en posición de disparo durante una hora. Bajo ninguna circunstancia podían moverse. Les acercaron los restos de los pollos asados a los pies y, al momento, las hormigas rojas comenzaron a trepar por sus piernas.
“Nos empezaron a picar horrible”, recuerda Francisco.
“Yo sentí que mi pie se durmió de tantos piquetes de hormiga, pero no podía bajar el rifle. Ellos pasaban por detrás, mirándote, y te pegaban: ¡Sube más el rifle! ¿Quién te dijo que lo bajaras? Y lo pies colorados con piquetes de hormigas. Escuchas el cerrojo de su rifle que truena. Sabes que, si no lo haces, te matarán”.
Esa prueba de resistencia al dolor les serviría, según los comandantes, para prepararlos en caso de resultar heridos en un enfrentamiento. Si querían salvar la vida era fundamental, decían, apartar el dolor de su mente.
Francisco se acuerda de las hormigas de fuego y de las noches heladas. A medianoche, con temperaturas de dos o tres grados centígrados, los instructores llenaron unos tanques con agua. Los metieron dentro del tanque, en posición de disparo.
“El frío en tus pies, imagínate. Cuando salí, media hora después, me tuvieron que ayudar porque no podía poner un pie en el suelo. Yo sentía que los dedos se me iban a quebrar”.
Otras veces, los obligaban a armar y desarmar el arma con los ojos vendados.
“Decían: a ver tú, desármame la beretta (un arma corta usada en todo el mundo por cuerpos policiales y militares) ¿Ya están todas las piezas? Ahora, la vuelves a armar”. Golpeaban a quienes no lo conseguían. Francisco lo logró en 40 minutos.
Además de sufrir los rigores de los entrenamientos, los reclutas debían respetar siempre lo que los comandantes llamaban las “reglas de oro” impuestas por el líder del cártel, Nemesio Oseguera, El Mencho.
Las reglas de oro de ‘El Mencho’:
No ser chismosoMatar a los chismosos No consumir alcohol ni drogas No encariñarse con ningún compañero Decir siempre la verdad No mostrar el arma en público No matar sin una orden del jefe No reclutar a mujeres o a niños menores de 12 años.
Los encargados de hacer respetar la disciplina eran expertos en tácticas militares contratados por El Mencho.
Eran, según Francisco, desertores de fuerzas de seguridad mexicanas y extranjeras. “El alto mando se había comprado a marinos de un grupo de élite. Hay navys de los Estados Unidos, hay Fuerzas Delta, hay de todo ahí”.
Fuente: Milenio