Sinaloa al Día por Juan Manuel Pineda
En la Universidad Autónoma de Sinaloa, cada administración central ha realizado esfuerzos importantes; sin embargo, los dos últimos periodos rectorales han sido, sin lugar a dudas, un parteaguas en el desarrollo de la institución.
El Plan de Desarrollo Institucional Buelna, con Héctor Melesio Cuén Ojeda al frente; después, el Visión 2013, con Víctor Antonio Corrales Burgueño, le han dado certidumbre al deber ser de la UAS.
La tarea, desde luego, no ha sido fácil. Acotar inercias, ha tenido costos –incluso en detrimento familiar- para quienes han abrazado los proyectos transformadores, pero el balance, a la fecha, es altamente favorable para para la comunidad universitaria, en particular, y para los sinaloenses, en general.
Son muchos, pero muchos, los indicadores que han permitido a la UAS ubicarse entre las seis mejores instituciones públicas de educación superior en México, así como parte del grupo elite –de poco más de veinte- que conforma el Consocio de Universidades Públicas e Instituciones Afines, y en titular del Capítulo México de la Red de Macro Universidades Públicas de América Latina y el Caribe.
Y por si eso fuera poco, pues, agréguele que la UAS es primer lugar nacional en escuelas preparatorias en el Sistema Nacional de Bachillerato, y que por quinto año consecutivo la SEP le otorgó el reconocimiento nacional a la calidad académica por la atención de su matrícula con altos parámetros de calidad.
Queda claro que el sobresaliente desarrollo cuantitativo y cualitativo en la UAS, en los últimos ocho años, es resultado de las transformaciones de fondo que, desde el periodo rectoral de Héctor Melesio Cuén Ojeda, se han impulsado en el marco de un proyectivo visionario de largo plazo.
Todo empezó, por cierto, con el impulso de una nueva Ley Orgánica en la cual se han sustentado las transformaciones que han propiciado orden interno, pero que también han contribuido, decisiva y decididamente, a la gobernabilidad en Sinaloa.
Para los integrantes de la actual legislatura local, es momento de una reflexión seria, responsable y comprometida con las mejores causas de Sinaloa y, sobre todo, de los miles y miles de jóvenes –junto con sus familias- para los cuales la UAS es, prácticamente, su real alternativa de vida digna.
La UAS requiere fortalecer los destacados logros académicos, pero también consolidar su deber ser: seguir preparando a los jóvenes sinaloenses para que su futuro sea más promisorio.
En tiempo, la actual Ley Orgánica de la UAS permitió desterrar ancestrales inercias –por llamarlo de algún modo- en la sucesión del rector. Los resultados, sobradamente demostrados, dieron la razón a quienes promovieron la normatividad vigente; sin embargo, es momento de valorar la iniciativa de reformas planteada cuya orientación es, simple y sencillamente, dar viabilidad a que la institución siga evolucionando hacia un mejor porvenir.
Como se sabe, las propuestas de modificación a la Ley Orgánica buscan posibilitar, en primera instancia, que el rector pueda ampliar su gestión por un periodo más y, por otro lado, que quienes aspiren a dicho cargo puedan separarse, si fuera su caso, de responsabilidades públicos sólo con tres meses de anticipación y no de 18 como lo exige la actual normatividad institucional.
La posibilidad de que el rector de la UAS pueda seguir en el cargo por un periodo más, no debe causar prurito alguno: ese procedimiento ya lo realizan al menos veinte universidades públicas estatales del país.
El año pasado, los diputados locales tomaron la acertada decisión de colocar el nombre de la UAS en el muro de honor del recinto legislativo, en reconocimiento a su aportación al desarrollo y progreso de Sinaloa y del país; otorgar la posibilidad de continuidad a la gestión rectoral, debe ser reflejo de la valoración a los destacados logros institucionales y que todos los proyectos tengan el necesaria seguimiento.
No es aventurado advertir que, en estos momentos, los legisladores locales tienen en sus manos la estabilidad de una de las más importantes macro universidades de México, de América Latina y el Caribe; pero también, la gobernabilidad de Sinaloa.
De ese tamaño es el reto. Sursum Versus