En busca ya del sucesor del general Cienfuegos


Ciudad de México.- El lunes 19 de febrero pasado durante la conmemoración del día del Ejército, hubo dos momentos que quedaron para el registro. El primero lo protagonizó el general Salvador Cienfuegos Zepeda, secretario de la Defensa Nacional que en el evento recibió palabras de reconocimiento a su labor y trayectoria en el discurso presidencial.

Enrique Peña Nieto destacó en el mensaje su agradecimiento al soldado que en los últimos cinco años lo ha acompañado en los momentos más complejos de su gestión. Siempre al lado de otro de los funcionarios clave con el que hizo mancuerna en su administración, el almirante Franciso Vidal Soberón, secretario de Marina.

El segundo momento llegó con la ceremonia de condecoraciones, que en esa fecha suele tener una carga simbólica extra.

El primero en pasar al estrado fue el subsecretario de la Defensa Nacional, el general de división Roble Arturo Granados Gallardo, quien recibió la “distinción militar” por su labor para estrechar lazos con los ejércitos de naciones amigas. Lo ha hecho durante los últimos años como encargado del protocolo, conoce a la perfección todos los temas que interesan a funcionarios de primer nivel en Estados Unidos, y goza del respaldo absoluto del general Cienfuegos.

Al subsecretario le siguió en la ceremonia para recibir su condecoración el Oficial Mayor de la Sedena, el también divisionario Eduardo Emilio Zárate Landero, oficial de artillería que ha tenido mando de zona y región militar en estados donde las mafias del narcotráfico han sentado sus reales como Sinaloa, Jalisco, Guerrero y Colima.

Zárate Landero y Granados Gallardo tienen varias cosas en común en sus posibilidades de convertirse en diciembre próximo en el nuevo secretario de la Defensa Nacional. Ambos en diferentes momentos sirvieron en el Cuerpo de Guardias Presidenciales y el Estado Mayor Presidencial. Fueron agregados militares, el primero en la Embajada de México en Washington, y el segundo en Moscú. Al general Granados Gallardo le tocó a principios de los años noventa el proceso que llevó a la desintegración de la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas).

El dato que más llamó la atención de los observadores al interior de las fuerzas armadas, fue que ambos recibieron sus condecoraciones a ocho meses de cumplir 65 años (los dos nacieron en octubre por diferencia de días), rango de edad reglamentaria para pasar a retiro a los divisionarios.

Los otros generales condecorados por servicios distinguidos fueron el director de educación militar y rector de la Universidad del Ejército y Fuerza Aérea, el divisionario Ángel Prior Valencia, “salpicado” en marzo del 2017 en un caso de corrupción. Sus posibilidades de ser titular de la Sedena se redujeron al igual que al otro condecorado, el actual jefe del Estado Mayor Presidencial, el general Roberto Miranda Moreno, quien ha hecho su carrera en oficinas más que en el cuartel.

Hasta los primeros días de diciembre pasado, Granados Gallardo se desempeñó como jefe de Estado Mayor de la Defensa Nacional. Oficial de infantería miembro de la antigüedad 1968 del Colegio Militar, que en septiembre próximo cumplirá 50 años de carrera en el Ejército, de su hoja de servicios se desprende que comenzó en el Cuerpo de Guardias Presidenciales. Posteriormente estuvo comisionado en el Estado Mayor Presidencial durante la gestión del presidente José López Portillo (1976-1982). Estuvo en la sección segunda, inteligencia militar, en dos momentos diferentes, en 1986 con el general Juan Arévalo Gardoqui como titular de la Sedena, y en 1997 en contrainteligencia con el general Antonio Riviello Bazán.

De Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, en la comandancia de la séptima región militar, a Mexicali, Baja California, en el cuartel de la segunda región, el general Granados es de los pocos mandos castrenses que ha estado de manera continua en labores operativas y administrativas en los últimos dos sexenios. Es el hombre que nadie duda mostrará su lealtad al general Cienfuegos una vez que los episodios de Iguala, con los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa; Tlatlaya con la presunta ejecución de 15 de los 22 abatidos por el Ejército, y otros casos que están en la agenda de los organismos civiles de derechos humanos, comiencen a generar ruido ante la anunciada intención de presentarlos ante la Corte Penal Internacional.

Mando firme

La figura del general de división Pedro Felipe Gurrola Ramírez, actual Inspector y Contralor General del Ejército y Fuerza Aéreas, oficial de zapadores reclasificado como arma blindada, es la que aparece en primer lugar para suceder al general Cienfuegos entre los especialistas en temas de seguridad y defensa nacional y oficiales del ejército de alto nivel.

Su hoja de servicios militares lo coloca como uno de los generales que reúne los requisitos básicos para esa encomienda: experiencia operativa en el ejercicio de mando de tropas, roce internacional, y buena relación con el mundo civil como políticos y empresarios.

A decir de oficiales contemporáneos, es de los generales mejor preparados ya que conoce a la perfección la situación de seguridad en las regiones más complejas del país. Gurrola Ramírez habla inglés, estuvo hace algunos años en la agregaduría militar en la Embajada de México en Washington. Estudió Comando y Estado Mayor General en Fort Leavenworth, Kansas; hizo el curso de Ranger en Fort Benning, Georgia, y el de Administración Internacional de Recursos de Defensa en la escuela para posgraduados de la armada norteamericana en Monterey, California. Es también uno de los ex comandantes de paracaidistas más respetados. En la Brigada de Fusileros Paracaidistas lo recuerdan por su trato amable, respetuoso pero firme con los oficiales y tropa.

En el último tramo del sexenio de Felipe Calderón y en el inicio de la actual administración, el general Gurrola fue comandante de la Fuerza de Tarea Sierra Madre, con cuartel en Badiraguato, Sinaloa, y fue de los pocos militares que tuvo la confianza de las agencias estadounidenses para recibir información de inteligencia sobre la ubicación y movimientos en esa zona del país de Joaquín “El Chapo” Guzmán. El general dejó tierra sinaloense tras un operativo fallido en noviembre del 2012 para detener a Orso Iván Gastelum, jefe de escoltas de Guzmán, quien caería en enero del 2016 junto al capo en Los Mochis.

De Sinaloa fue enviado como comandante de la octava zona militar a Reynosa, en la conflictiva frontera con Texas le tocó enfrentar a los grupos criminales que se dividieron tras la caída de líderes regionales del otrora Cartel del Golfo. De Tamaulipas pasó a Michoacán, donde fue designado por el presidente Enrique Peña Nieto comisionado de seguridad para el estado, en sustitución de Alfredo Castillo Cervantes. Esa encomienda la tuvo después de ser nombrado comandante de la doceava región militar con cuartel en Irapuato, y jurisdicción en tierra michoacana, Guanajuato y Querétaro. En septiembre del 2016 el general mostró sus habilidades negociadoras cuando encaró a un grupo de civiles en Tepalcatepec que impidieron al gobernador perredista Silvano Aureoles, aterrizar en su helicóptero en la localidad.

Durante 2017 se desempeñó como director general de administración, cargo que dejó en diciembre pasado cuando fue nombrado Inspector y Contralor del Ejército. El general Gurrola ocupa el mismo cargo que tuvo en 1988 el general Antonio Riviello Bazán, a la postre designado secretario de la Defensa en diciembre de aquel año.

Si bien aparece como uno de los mejor calificados, entre los altos mandos de las fuerzas armadas existe la percepción que dos variables tendrán que ser tomadas en consideración después del próximo 1 de julio, para vislumbrar quién podría ser el sustituto del general Cienfuegos al frente de la Defensa.

Primero: quién gana; segundo: cómo gana, es decir el porcentaje con el que el candidato se alzaría con la victoria en las urnas. Esto en el escenario hipotético que no existan conflictos de importancia durante y después del periodo electoral que impliquen incorporar nuevas variables.

El general Cienfuegos ascendió en 2004 al rango de divisionario, es el primer secretario de la Defensa que alcanzó este grado con un gobierno de alternancia, el del panista Vicente Fox. Con su paso a retiro a partir de diciembre próximo, comenzará un relevo generacional en la cúpula militar mexicana después de 18 años.

Con 54 años de servicio activo, al general Cienfuegos se le reconoce que a estas alturas de su gestión, en comparación al mismo lapso de su antecesor en el cargo, mantiene el control y la disciplina entre los generales que tienen los méritos necesarios para sustituirlo en el cargo.

Dos dragones y un paracaidista

Este año 2018, con periodo electoral de por medio, implicó que el territorio nacional fuera trazado como si se tratara de un tablero de ajedrez. La agenda la marcan las campañas electorales, el seguimiento de los candidatos, el monitoreo de organizaciones sociales, sindicatos, y agrupaciones de activistas con objetivos focalizados. Y por su relevancia para la seguridad interior, la guerrilla, las organizaciones trasnacionales de tráfico de drogas, y los pasos fronterizos norte y sur.

En diciembre pasado el general Luis Crescencio Sandoval González, ascendido al grado de divisionario un mes antes, asumió el mando de la cuarta región militar (Tamaulipas, Nuevo León y San Luis Potosí) con cuartel en Monterrey, sede del poder empresarial más importante del país. Oficial de caballería, con 58 años de edad, de su hoja de servicios destaca los cursos de administración de recursos de Defensa, el Superior de Defensa Continental, el de inteligencia en el Colegio de Inteligencia Militar del Pentágono, y el básico de Operaciones de Apoyo a la Paz en el cuartel McNaughton, en Ontario, Canadá. Fue agregado militar en la Embajada de México en Washington D.C. y delegado en la Junta Interamericana de Defensa.

Previo a su arribo a Monterrey, estuvo en Reynosa al mando de la octava zona militar, y antes fue durante buena parte del actual sexenio el subjefe operativo del Estado Mayor de la Defensa. Es de los nuevos generales de división que por su experiencia se prevé que tenga un rol de importancia el próximo sexenio.

Caso similar sería el general Dagoberto Espinosa Rodríguez, quien asumió el mando hace dos meses de la primera región militar que abarca la ciudad de México, Hidalgo, Estado de México y Morelos. Graduado en 1978 del Colegio Militar como subteniente de caballería, de su expediente llama la atención su paso como oficial de inteligencia militar en la Fuerza de Tarea Marte en los años 80 en Badiraguato, Sinaloa; el curso de comando y Estado Mayor en Fort Benning, Georgia, y su paso como agregado militar en la Embajada de México en Washington D.C. En 1996 al regresar al país estuvo como analista en la sección décima del Estado Mayor de la Defensa Nacional, el área entonces encargada de operaciones contra el narcotráfico.

Sandoval González y Espinosa Rodríguez están al frente de dos de las regiones que albergan la sede de los poderes nacionales más importantes, el económico y el político. Por edad y experiencia son miembros de la nueva generación de generales que les tocará lidiar la posible alternancia en la presidencia de la república.

Otro sería el general de división André Georges Foullon Van Lissum, el militar que en menos de 10 días en sus primeras semanas como comandante de la tercera región militar, con sede en Mazatlán y jurisdicción en Sinaloa y Durango, lanzó un mensaje de que conoce muy bien el terreno que pisa a la organización criminal que encabezan los hermanos Iván y Alfredo Guzmán Salazar, hijos del extraditado capo Joaquín “el Chapo” Guzmán.

El 16 de febrero uno de los operadores financieros de los Guzmán Salazar en la capital del estado, fue detenido cuando asistía a un festejo. El individuo identificado como Julián Grimaldi Paredes estaba en la lista de los probables responsables de la emboscada del 30 de septiembre del 2016 en la salida norte de Culiacán, que dejó saldo de cinco soldados muertos y 10 lesionados. Díez días después Luis Alfonso Murillo Acosta, otro de los involucrados en aquel ataque e identificado como jefe de seguridad de los hijos del Chapo, fue abatido en un enfrentamiento en una de las colonias en la periferia de la capital del estado. Ambas acciones llamaron la atención de la opinión pública en Sinaloa porque fueron directas al primer círculo de los herederos del clan, algo que no era común en los últimos tiempos.

El general Foullon Van Lissum, oficial de infantería graduado en 1975 del Colegio Militar, formado como paracaidista y quien en diferentes momentos de su carrera ha estado comisionado en Durango y Sinaloa, es uno de los mandos territoriales que a decir de los especialistas en seguridad y defensa nacional, no hay que perder de vista.

Desde su llegada a Mazatlán en diciembre pasado las unidades de la décima zona militar en Durango y la novena en Culiacán, han reforzado sus operaciones sobre todo en la zona serrana que une ambas entidades, donde se sabe tiene su bastión no solo los Guzmán Salazar, sino el jefe de la organización, Ismael “el Mayo” Zambada.

El general Foullon Van Lissum, tiene una raíz nacionalista muy marcada en su carácter pese al apellido que es mezcla de origen francés, belga y español. Es de los pocos militares en los últimos años que han llegado a Sinaloa con experiencia operativa desde sus orígenes como oficial subalterno.

Su hoja de servicios militares registra su paso en la agregaduría militar de la Embajada de México en Washington, entre 1988 y 1990, donde fue profesor invitado en la academia militar de West Point. Entre 1991 y 1992 estuvo adscrito a la sección segunda, inteligencia militar, del Estado Mayor de la Defensa Nacional. Tiempo después fue comandante del 15 de infantería y del segundo batallón de fusileros paracaidistas. Participó también en la “Fuerza de Tarea Arcoíris”, como se llamó la operación contrainsurgente en Chiapas contra el EZLN. Estuvo de comandante del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales adscrito en Sinaloa y Durango a finales de los años 90.

Como académico fue profesor de táctica general en la Escuela Superior de Guerra, y hasta noviembre pasado era el director del Colegio Militar. Conoce bien el noroeste del país, fue comandante en Hermosillo de la cuarta zona militar y en Durango de la décima.

Con ellos aparecen no más de seis generales cuya hoja de servicios militares también reúne los requisitos que la agenda de seguridad y defensa marca para el próximo gobierno. De su exposición en los meses por venir, y su papel durante el proceso electoral, podría definirse si son finalistas para ser considerados en la sucesión en la Sedena.