A través del estudio de rocas y procesos magmáticos, la investigadora Xóchitl Torres Carrillo forma parte de un esfuerzo conjunto entre instituciones del país para descifrar cómo se formó esta región de México hace millones de años
Culiacán, Sinaloa, 17 de noviembre de 2025.- Bajo los paisajes áridos y costeros del noroeste mexicano se oculta una historia que comenzó hace más de 200 millones de años. La geóloga sinaloense Xóchitl Guadalupe Torres Carrillo, investigadora de la Facultad de Ciencias de la Tierra y el Espacio de la Universidad Autónoma de Sinaloa, participa en un esfuerzo conjunto entre instituciones nacionales para descifrar cómo se formó esta región a través del estudio de rocas y procesos magmáticos.
Su trabajo analiza las rocas que se originaron cuando Pangea, el supercontinente que unía casi todas las tierras del planeta, empezó a fracturarse. Durante ese proceso, distintos bloques y arcos volcánicos se desplazaron y fusionaron, dando origen al territorio que hoy conocemos como el noroeste de México. Uno de esos arcos volcánicos formó las actuales Baja California y Baja California Sur, que colisionaron con el continente y se unieron al arco que generó el sur de Sonora y el norte de Sinaloa. Esa fusión de arcos volcánicos y bloques continentales construyó el terreno joven de la región.
“Estos han sido estudios a lo largo de 20 años, de parte del grupo de trabajo nuestro, que colaboramos con personas del CICESE (Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada), en Baja California; colaboramos con personas de la UNAM, y acá ahora nosotros en Sinaloa (UAS) y algunos investigadores de Sonora que hemos podido llegar a una historia del noroeste de México con muchos más datos, mucho más precisa que lo que se sabía, por ejemplo, en los años 90 y 2000”, expone.
La doctora Torres Carrillo explica que zonas como la Sierra San Pedro Mártir y La Rumorosa, en Baja California, conservan secuencias visibles de antiguos volcanes y cámaras magmáticas. El sur de Sonora fue parte de este “superterritorio”, mientras que la porción norte del estado es mucho más antigua, con rocas que superan los 400 millones de años. En Sinaloa, la Sierra Madre Occidental muestra evidencias de esa evolución geológica y alberga minerales como zinc, plomo y cobre asociados a esos procesos.
Las investigaciones actuales, desarrolladas junto con el CICESE, combinan trabajo de campo y técnicas avanzadas como la geocronología uranio-plomo y el paleomagnetismo para fechar rocas y rastrear los movimientos de las placas. Estos estudios han permitido confirmar que el noroeste de México se formó como parte de un proceso continuo de subducción y actividad volcánica.
Cada roca analizada guarda un fragmento del pasado y ayuda a comprender cómo el planeta sigue transformándose. Estudiar ese origen, señala la investigadora, no solo permite reconstruir la historia geológica del territorio, sino también reconocer que la Tierra permanece viva bajo nuestros pies.